viernes, 2 de mayo de 2008

Tirar la toalla en casa, en el colegio..

TIRAR LA TOALLA EN CASA, EN EL COLEGIO…


Aunque el boxeo esté un poco en entredicho, por aquello de la violencia, la expresión sigue estando en la boca de muchos y su significado sigue siendo el mismo: darse por vencido. Padres que ya no saben lo que hacer con sus hijos, maridos o mujeres que ya no tienen fuerzas para cambiar una situación, profesores que pasan de corregir las actitudes incorrectas de sus alumnos, encargados del orden que hacen la vista gorda, cuando el detenido sale por la otra puerta…

Vayamos por partes:
La condición cultural de la familia influye en la seguridad de criterios a la hora de educar. Se poseen conocimientos, estudios, interés en formar y transmitir a los hijos, no sólo dinero, sino también un status cultural. Se intenta que dominen el llamado “saber estar”. No creo que haya que aclarar que ser culto no es lo mismo que tener dinero, aunque éste puede ayudar, si se tiene interés en que los hijos se formen integralmente. Si no salen como pensaban, algo se ha cruzado en el camino: amistades, formas difíciles de ser, psicologías conflictivas, proclives al riesgo, a no pensar. Sabemos que la influencia de las amistades en determinadas edades puede destruir lo que se sembró en casa. La sociedad, a través del cine, las revistas, la tele presenta modelos de vida a los que hay que llegar, cueste lo que cueste. Cuanto menos formación, más posibilidades de ser manipulados.
ESTAR PREPARADOS
Muchos padres han abandonado, se han cansado de corregir, o nunca han corregido, salvo cuando los niños eran pequeños. No han dado criterios, porque ellos mismos no han sido un ejemplo, o porque no se sienten preparados para adaptar lo que aprendieron en materia de educación, de moral, de religiosidad, a los tiempos que corren. Puede más que ellos la sociedad, la ola de cambios. Es un sunami que barre todo lo que era inmutable, lo que era seguro, lo que daba resultado. “Yo ya no sé lo que hacer con mi hijo/a ”.
El nivel económico, que puede ser sencillo y humilde, si se corresponde con una estabilidad familiar, con un deseo de dar a los hijos lo mejor, da como resultado un ambiente de respeto, de natural educación.
El nivel cultural, moral, de responsabilidad familiar, salvo fracasos “no esperados”, es una base fundamental para mantener la guardia, para no tirar la toalla, en las circunstancias en las que la velocidad de los nuevos estilos de vida amenaza con llevarse por delante los criterios morales, los valores que son necesarios para que nuestra vida sea correcta, nuestra sociedad funcione con una seguridad mínimamente necesaria.
Dejar, abandonar, tirar la toalla, porque no se sabe, es comprensible, aunque peligroso, porque las consecuencias son funestas. Unos cuantos, en aras de la libertad, parecen abogar por la supresión de toda norma moral, de todo sacrificio personal o ascesis, cuya consecuencia es una sociedad dirigida por los instintos o los sentimientos. La recta razón del ser humano, se esconde avergonzada, esperando otros tiempos, si es que vienen. Hay que luchar para que sea la inteligencia, apoyada en criterios morales, en valores fundamentales (respeto, solidaridad..) la que dirija nuestra vida, desde el punto de vista “meramente civil”. Si se añaden los criterios cristianos profundos, nuestra sociedad, ademas de bien ordenada, será fraternalmente mejor.
El problema es que los que dictan las leyes, a veces, ni huelen a donde pueden llevar a la sociedad, quitando de en medio apoyos morales que ayudan al bien común. Prefieran salir triunfantes en sus ideas que en ponerse a pensar lo que pueden dejar detrás. ¿Quién es el gobierno de turno, autonómico o general, para dar los criterios morales con los que se debe regir una nación? Nadie les puede quitar a los padres ese derecho.
Ojala esos articulistas o políticos que predican lo “último, porque viste, por el afán de parecer modernos”, no decidan el sistema educativo, ni los criterios de funcionamiento de nuestra sociedad. Cuando ya no se pueda vivir, se lavarán las manos. A lo mejor ya están retirados en su castillo o chalet de urbanización de lujo y no les llega la porquería (con perdón).
Si tenemos en cuenta la inestabilidad familiar, según encuestas, tampoco es raro el desconcierto o abandono en la educación de los hijos o en su control. Dicen que de 200 matrimonios que se celebran al año, 100 se separan. ¿Con quien quedan los hijos? O, mejor dicho, ¿En qué situación quedan? Pueden, algunos, tener la suerte de vivir mejor después de la separación, pero la mayoría estarán entre dos aguas, aprovechando lo que les interesa, pero sin criterios sólidos…más bien lo contrario, con criterios inestables o volátiles.
Posiblemente sea coincidencia, pero los chicos y chicas que se acercan a los estudios superiores, vengan de la familia que vengan, suelen afirmar que sus padres se interesan, corrigen, orientan, pero, según la edad, les dejan libres. ¡Qué difícil es orientar en la actualidad sin meter la pata, comentan algunos padres, cuando se trata de orientar para un mundo futuro tan distinto!
LA EDAD Y EL PROBLEMA
La edad difícil, descontrolada, está entre los 13-16 años: Lo que aparece ante sus ojos en las movidas, en los concursos de dudosa moral, en las pandillas, es que no hay que poner freno a lo que se te apetece, porque entonces no eres libre o eres tonto. ¡Menuda consecuencia! Y no hablemos de la droga, que ese es un problema mayor. Se trata, simplemente, de los criterios diarios de andar por la vida: falta de respeto a sí mismos y a los demás, permisividad, desorientación, falta de criterios, no ver más allá de lo que están haciendo…
Si los padres no se siente preparados, están hartos, ven que no tienen fuerza moral para poner orden en sus hijos, lo normal es tirar la toalla. ¡Ojala se vayan de casa! No sé si hay encuestas que nos puedan decir la magnitud del problema. Lo que se cuenta, lo que se ve, es llamativo. La realidad ¿será, por suerte, menor?. Lo que han luchado los padres, lo que han sembrado, parece que se esfuma. No es totalmente cierto. El cuento de la señora que echaba semillas por la ventana del autobús (cuando tenían ventanas) vale, para animar: En primavera se llenaron de flores las orillas de la carretera, aunque ella nos la vio porque había fallecido. Pero se alegraron otros que cogieron el mismo autobús…
No sé si será justo generalizar, pero no se enseña a respetar a profesores y mayores. Les dejan libertad o por confianza, o por padres blandos. Lo dicen los propios chicos/as. Como te descuides te arrollan en las entradas, no te dicen unos buenos días o contestan de mala manera. Abundan, más de la cuentan, chicos/as “mal educados”, que no tienen miedo, ni le importan las consecuencias de sus actos. Incluso amenazan a sus padres con irse, cuando no les pegan…Es una situación, que a Dios gracia, se reduce a determinados ambientes sociales o determinadas situaciones familiares.
Según comentan los jóvenes, hay un contraste entre el ambiente de casa y el de fuera. A veces se tienen dos caras: una para casa y otra para los amigos. También se sufre un choque entre lo que se aprende en casa, lo que se ve en la calle y lo que percibo en el Colegio, ya sea desde los profesores, (que parece que viven en otro mundo), ya sea de lo que transmiten los compañeros.
En una encuesta hecha a alumnos de familia media (cultural y económica), la mayoría parece estar de acuerdo, que en su entorno, un 75% de los padres se preocupan, corrigen y dan normas. Que no se cumplan, ya pertenece a circunstancias especiales. Pero, si miran a su mundo, en general, ellos mismos constatan que la educación, el saber estar, el respeto, hay que buscarlo con lupa. Que les llama la atención encontrar poco menos que seres “extraños”, es decir, chicos o chicas con sentido de la educación.
En función de los tipos de familia podríamos tener más datos reales sobre extensión del problema. Un estudio de la Fundación Santa María habla de varios tipos de familia:
1.- La familia familista, endogámica. Es la familia modélica donde las responsabilidades de unos y otros están claras y están asumidas sin dificultad, en la que las relaciones de padres e hijos son buenas. Los padres valoran fuertemente tres valores finalistas: moralidad, buena formación y dinero. Modelo de familia “políticamente correcto”. Se encuadra a un 23,7% de las familias españolas. Los intereses nos confirman que se preocupan y no “pasan”. No tiran la toalla, pues tienen proyección de futuro para los hijos.
2.- La familia conflictiva: Se llevan mal entre sí, donde más conflictos se dan, por las drogas, por las cuestiones de orden sexual de los hijos, por las amistades de estos. Mala relación padre-hijos y comunicación casi nula, con valores radicalmente opuestos. Pertenece a este tipo un 15,0% de nuestra sociedad.
3.- Familia nominal: el modelo mayoritario. Las relaciones entre padres e hijos pueden calificarse de coexistencia pacífica… se comunican poco. Los padres están, en gran medida, cohibidos, desimplicados, sin que aborden con una mínima profundidad lo que requieren sus hijos. Es el tipo de familia en la que menos se habla de conflictos, básicamente porque ha decidido no enfrentarse, no enterarse de los conflictos, no porque no haya “motivos” para ello. En este aspecto, han tirado la toalla, han dimitido. Nada menos que un 42,9 % pertenece a este modelo.
4.- Familia adaptativa (18,4 %). Es el modelo de las nuevas familias. Hijos en libertad, con posible hogar propio, pero considerando el de sus padres también como el suyo hasta los treintas y tantos... Los padres pactan con los hijos las condiciones de convivencia, de roles, en continua revisión. Intentan acomodarse a los nuevos papeles del hombre y la mujer. Los padres son acompañantes “discretos” de sus hijos. También tienen problemas, pues los roles entre hijos y padres no siempre están claros. Son familias progres.
Como podemos observar, es difícil sacar conclusiones generales sin caer en el simplismo, pero, en relación a los tipos de sociedad que nos rodea, sí nos podemos hacer una idea de “cómo está el asunto”. No será matemáticamente exacto, pero…
Desde el Colegio, la visión cambia por completo según la zona en la que se encuentre y las edades. Aparecen en la prensa datos, casi diarios, de desaliento en el profesorado. Algunos reconocen que están pensando prejubilarse, aunque pierdan dinero. Porque ya son mayores para cambiar de empleo, que si pudieran…En esos ambientes donde prima la falta de respeto y educación, donde los padres “ayudan” con la desconfianza y la falta de apoyo al profesor, no me digan que no es “santo” quien no tira la toalla.
Habrá notado el lector que no he nombrado para nada la formación religiosa. Como el Estado diga que lo hagan exclusivamente los padres, pues sumen los tantos por cientos de los que hemos hablado y tenemos las consecuencias de futuro, también en este terreno.
Fernando Marrero S.I.
Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación

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